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sábado, 28 de diciembre de 2013

Discos Chilenos Destacados el 2013

Si bien la idea inicial era hacer un ranking de discos chilenos, al final decidimos armar un listado donde la idea fuera destacar discos que se nos pudieran haber pasado o a los cuales no les hubiéramos dado el espacio que merecían por su calidad. El resultado es una compilación con un amplio abanico de estilos, tal como podrán ver a continuación.
Bandas retornadas, bandas con discos debutantes, solistas que regresan después de mucho tiempo y otros que confirmaron sus pergaminos, son lo que dejó la cosecha nacional 2013. Les invitamos a descubrir estos sonidos. La lista está por orden alfabético:


Por separado son un hit, y por ello la colaboración entre Álex Anwandter (Odisea, Teleradio Donoso) y Daniel Riveros (Taller Dejao, Gepe) era más que esperada. El resultado fue un disco lleno de canciones que son potenciales hits, aunque en la suma el resultado es aún más provechoso dado los géneros que se cruzan en este disco. Pese a que el poppredomina, hay guiños al funk o a sonidos más sintéticos que recuerdan a los 80’s. Gepe se saca los ropajes andinos y Anwandter se cuelga la guitarra, lo que termina configurando un disco que se escapa (por poco) de sus ataduras más obvias y, si bien no logra ser memorable como los discos solistas de sus componentes, al menos como experimento sale airoso.


Tras sacar un prometedor EP el año pasado (“No Plan Plan Tour EP”), el trío compuesto por Antonio Del Favero (guitarra), Nicole L’Huillier (batería) y Tomás Vidal (sintetizador-bajo) lanzó su primer LP, “Anillos”, que muestra de forma sobresaliente sudream-pop lleno de intención y matices, como se nota en la melancólica “Suelo Secreto”, en la rockera “Un Tiro Al Tiempo” o en las dinámicas “La Trampa Es Oficial” y “Partir”. Ellos lo describen como “música para viajar bien lejos”, pero también hay mucho de cercanía y de mantenerse en un lugar para contemplar cuanto se ha viajado, antes de continuar. Un inicio que vaticina tránsitos más extensos y más desafiantes para el trío nacional.


Volver a los inicios muchas veces huele a revisionismo, pero cuando se trata de Congelador, lo que menos se puede esperar es repetición de fórmulas ya trabajadas, y con su sexto disco, “Cajón”, Jorge Santis, Rodrigo Santis, Walter Roblero y la recientemente sumada Estefanía Romero-Cors logran volver al espíritu experimental de su disco debut homónimo, pero sin renunciar a innovar, dejando en claro que su ruidosa propuesta es mucho más que ruido y tiene mucho más de armonías, ritmos y melodías que se mueven desde la oscuridad (“Energía Eléctrica” o la increíble “Montañita”) hasta la luz (“A Escala Humana”, “De Lejos”). Sin dudas, de lo mejor de los últimos años.


Jazz, folklore, soul y pop conviven en la obra de Daniela Conejero, quien es parte de esa escena femenina nacional alejada de los convencionalismos, como AirelavaleriA o Natisú, pero con “Vamp!”, su tercer larga duración, logra un gran salto de calidad y accesibilidad. Además, en los nueve tracks del álbum la voz de Conejero destila calor y matices, lo que se explica con su formación académica de conservatorio, pero que ha sabido mover con eficacia hacia lo popular, como se nota en tracks como “Gritar Silencio” o “Si Creyera”, o el cover de “I Could Have Lied” de Red Hot Chili Peppers. “Vamp!” es un disco que merece una oportunidad al saber acercar la música “de cámara” a 
lo pop con eficacia y convicción.


Hicieron más noticia por su separación que duró 10 días, pero Dënver este año lanzó su tercer álbum, “Fuera De Campo”, expandiendo y consolidando el camino de su pop barroco y lleno de guiños a otros géneros de forma prístina y madura. Los arreglos orquestales destacan por su calidez y desarrollo dramático, a la vez que las canciones evolucionan por tópicos juveniles como en “Torneo Local” o “Revista De Gimnasia”, hasta temas más profundos como el inspirado en la muerte del conscripto Pedro Soto Tapia (“Mejor Más Allá”). Este es el mejor disco editado por Dënver, pese a que no tenga un single tan pegote como “Los Adolescentes”, y pese al revuelo provocado por lo 
ocurrido fuera del escenario.


Otra chica que se destacó este año es Carolina Espinoza, quien es conocida por su seudónimo Deplasticoverde y que lanzó otro de los debuts discográficos que engalanaron las estanterías este año. Un disco breve, de 33 minutos y nueve canciones, pero que en medio de tracks de nostalgiapop y amor indie logra melodías y estructuras bien armadas. Puede parecer que la propuesta de Deplasticoverde se acerque más a Julieta Venegas o Natalia Lafourcade, pero no hay que engañarse. El arrojo de las letras y la hilación de las ideas en lo musical destacan de “Mentira Universal”, disco engañoso en su envoltorio, cercano a lo clásico delpop, pero que va mucho más allá de esos convencionalismos

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Para muchos, el hito nacional del año, la salida del esperado cuarto álbum de Electrodomésticos en 29 años de carrera fue todo un momento de 2013, partiendo por el lanzamiento realizado en un imponente Teatro Municipal de Santiago repleto, hasta la calidad de “Se Caiga El Cielo”, todo lo que ha rodeado a Edita Rojas, Carlos Cabezas y Silvio Paredes este año ha sido reconocimiento transversal y también mucho de devoción. Pero todo esto tiene total justificación, porque el disco es sin dudas lo más accesible hecho por Cabezas y compañía, y a la vez logra rescatar todo el imaginario industrial y electrónico que dotaron a Electrodomésticos de un lugar en la historia grande de la música nacional.

Otro debut vibrante fue el de Fármacos. Con su EP “Abril”, lanzado en 2012, la banda logró notoriedad, pero recién con “Los Días Más Largos” fue donde pudo mostrar todo su potencial, mezclando synth-pop con rock, logrando desarrollar una propuesta potente en varios órdenes. La banda está formada por Diego Ridolfi, Rodrigo de la Rivera, Carlos Doerr, Ignacio Wong y Fran Straube, también de Miss Garrison, quien se sumó hace algunos meses a Fármacos, lo cual ha hecho que en vivo lo sintético logre un poder orgánico. Esto dota de mayor sangre a canciones que en su letra y teclados ya tienen suficiente alma y dinámica, como “Lo Que Hacemos Sin Mirar”, “La Casa De La Distancia” o “Un Gran Final”.


En 24 minutos, Gustavo León Capdeville y los suyos no sólo se permiten el lujo de tener un disco cantado en inglés, sino que también lo hacen trasladando al oyente a Nueva Orleans, o cualquier otra cuna del sonido negro. Quizás el único bemol es la diferencia de calidad entre la implacable e inmaculada “Nice & Easy”, fácilmente una de las canciones del año, y el resto del álbum, mucho menos accesible como sencillos que aquel tema. No obstante, esto poco importa ante un material de tal calidad y uso correcto de los diferentes géneros entre los que se mueve. La voz de León, además, cada vez se encuentra más cómoda en los ropajes de una banda más góspel que blusera, lo que le sienta bien a él y a las canciones.


Cuando Jorge González tocó completo el disco “Corazones” de Los Prisioneros en Primavera Fauna 2012 (lanzado en CD y DVD hace poco), muchos pensaron que esa senda electrónica que abrió en 1991 estaría de vuelta, dado que es la gran influencia para muchos de los principales nombres del pop nacional. Pero González tiene tendencia a sorprender, y lo hizo al lanzar “Libro”, su cuarto disco como solista, y que lo muestra más romántico y acústico que nunca. Canciones como “Es Muy Tarde” muestran su lado más sencillo y directo, en tanto que “Hijo Amado” o “Fran” lo hacen con su lado más contemplativo y maduro. Mención aparte para su colaboración con Ricardo Villalobos (“Al Final De Esta Maldición”).


El gran reencuentro de este año es una historia más de calidad que de cuánto esperamos para su concreción. Tras su bullado despido de Ases Falsos, banda formada sobre las cenizas de Fother Muckers, Héctor Muñoz desapareció de la escena, mientras Cristóbal Briceño lograba reconocimiento en múltiples frentes. Por ello, que volvieran a trabajar juntos sorprendió a medio mundo, y el resultado es Las Chaquetas Amarillas, banda donde también están Hugo San Juan y Daniel de la Fuente, que lanzaron su disco debut “Diez Primeras Canciones” con una producción cuidada, guitarras destinadas a la belleza y composiciones con el sello Briceño, sencillas pero fáciles de generar empatía. Uno de los mejores del año.


Es un nombre que todos asociamos a calidad, pero que tiene poco reconocimiento. Leo Quinteros tiene en su sexto disco, “Antártica”, su álbum más minimalista e íntimo. Abandonando un perfil más rockero y de banda que ha destacado de sus anteriores discos, en “Antártica” Quinteros consigue traer a la mente la aridez de ese desierto nevado que es el continente blanco con canciones como “Dados Sueltos” o “Pidiéndome Que Aprenda”, que configuran un cuadro íntimo y lleno de intención, permitiendo hacer el paralelo, en su justo medida pero necesario, con “Sea Change” de Beck (2002). “Antártica” no lanzará al estrellato a Quinteros, pero por lo menos reafirma su lugar y sus convicciones, y eso es mucho.


No cualquier banda nacional llega a los siete discos de estudio. Mucho menos en un margen de menos de quince años. Pero eso es que Los Bunkers, una banda que por mucho odio o amor que genere, no deja indiferente a nadie con su solidez, anclada en el trabajo constante y saber continuar, por tenue o turbio que se vea el camino. “Bailando Solo” o “Sábado” presentan rock bailable en tanto que “Si Estás Pensando Mal De Mi” o “Dicen” reflejan las influencias de antaño, a las que los hermanos Durán, López y Mauricio Basualto nunca le han hecho el quite. Un disco maduro, un grandes éxitos de temas inéditos que, pese a los pocos vínculos aparentes como álbum, sí triunfa como compilatorio de canciones de calidad

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Un disco de despedida siempre es extraño, en especial cuando su portada remite a una celebración del sonido, pero “El Vuelo De Albatros”, segundo y último álbum de Matías Cena con Los Fictions, ahonda en la hibridación entre el country, el folk y elpop-rock con un resultado mucho más matizado que su anterior registro, “Arauco Cajún” (2012). Tras una “Intro” ruidosa y llena de ecos ajenos, Matías Cena vocaliza en medio de los riffs de Los Fictions en tracks como “Siempre Tendremos Bougainvilleas” o la ternura de “Perro De Caza”. Lo lamentable es que el frontman y la banda separaran caminos, pero por lo menos lo hicieron en su punto creativo más alto, dejando un par de discos difíciles de olvidar.


Matorral es de esas bandas que todos sabemos lo importantes y buenas que son, e incluso reconocemos a sus miembros, como ha pasado con Felipe Cadenasso. Pero al mismo tiempo ha sido semillero de figuras como pasó con Nano Stern o Gonzalo Planet. Por ello, había que ver qué entregaba Matorral en 2013, a seis años de la obra maestra que fue “Resonancia En La Zona Central” (2007). Y lo cierto es que “Remoto Control”, cuarto álbum de la banda, no llega a los niveles de genialidad de anteriores lanzamientos, pero ello no significa que tenga menor valor, porque en calidad no se queda tan atrás, sólo que la coherencia del registro es menor al potencial que sabemos que Cadenasso y los suyos pueden lograr.


Música al borde del lago Lanalhue, con la calidez de una fogata y la belleza de un cielo con algunos pájaros volando bajo. Ese tipo de paisajes son los que rememora el debut de Niño Cohete, un larga duración que se llama “Aves De Chile”, pero que también perfectamente se podría llamar “La Belleza Del Sur” o “Lo Bonito De La Naturaleza” por el imaginario que el quinteto de Concepción ha logrado armar, teniendo una identidad inusualmente madura para una banda que recién parte. “Cazando Lagartijas” o “Lanalhue” son joyas en un disco producido por Fernando Milagros, que no se caracteriza por su perfección, pero que sí logra crear atmósferas coherentes, con un folk-pop calmo y lleno de belleza.


Los Vidrios Quebrados dejó huellas con el gran “Fictions” de 1967. 45 años después, Juan Mateo O’Brien, guitarrista y voz de la agrupación pionera de la psicodelia en Chile, vuelve a mostrar material original, y lo hace con más discurso político e intención en su voz que lo que hacía en los 60’s. “Gran Avenida”, su debut solista, tuvo a músicos invitados tales como Cristóbal Garcés, Felipe Cadenasso, Gonzalo Planet (Matorral) y Esteban Espinosa, imprimiendo calidad, frescura y gran producción a las entonaciones concienzudas y llenas de poesía de O’Brien, con la indeleble identidad de un artista a quien el paso de los años no le ha menguado la capacidad de narrar historias con belleza y convicción.


El tercer disco de Pedro Subercaseaux era de lo más esperado del año. Tras dos álbumes llenos de éxito y hits, el hombre más conocido como Pedropiedra decidió dar el paso a grabar sus discos con la banda que lo acompaña, y el resultado se siente mucho más vivo que su debut homónimo (2009) o “Cripta Y Vida” (2011), aunque falta ese sencillo que genere que lo pasemos “bomba nuclear” como canta el propio Pedro. Pese a eso, en “Emanuel” Pedropiedra evoluciona como artista y logra abordar muchos más matices en su propuesta, con puntos altísimos como “Granos De Arena” con Gepe y Delaselva, o el cierre del disco con “Seres” con Jorge González. Un disco de transición que de todas formas logra vuelo propio.


El mejor disco de metal del año, sin dudas corre por cuenta de Anton Reisenegger y los suyos, quienes tras ser una leyenda por décadas por fin lanzaron su debut. “The Malefice” no sólo es una placa de alto voltaje, demuestra que un disco de metal no debe caer a la chabacanería y sinsentido que caracteriza a la producción del estilo. En “The Malefice” el sonido es de nivel mundial, con todo el manejo de la brutalidad que caracteriza a los mejores exponentes del género en el mundo, lo que se nota en tracks brutales como “Spontaneus Combustion” o “Sacrophobia”. Pentagram Chile no sólo reclama por fin su lugar, sino que también lo hace mostrando el camino a seguir por las bandas del estilo en Chile.


El segundo disco de los de San Antonio merece más que un reconocimiento, no sólo por representar un salto de calidad y coherencia muy grande respecto a su debut (“Viajes De Memoria”, 2010), sino que también por lo que representa. “Kaipaan Sinua” (“Te extraño” en finés) es un disco que dañó, tensionó y presionó a la banda, en especial a Mariano Hernández, compositor y guitarrista de Portugal, quien pasó por un pésimo período justo cuando la banda se puso a trabajar en este álbum. El resultado es un cúmulo de canciones tan tormentosas como coherentes y arriesgadas. Cuando se creía que darían el salto a la masividad, Portugal responde en sus propios términos, y eso es hoy por hoy toda una acción de arte.


Uno de los discos más alabados del año es otro de esos registros que desafía la taxonomía de géneros y estilos. Varios tratan a Rama como a una banda de nü metal, pero lo cierto es que incluso en “Fugitivos”, su disco anterior lanzado hace siete años, ya intentaba desmarcarse de este rótulo, búsqueda que sigue en “Imposible”, y que a la vez mantiene el mismo tono afilado y lleno de fuerza que probablemente recuerdan los fanáticos de la agrupación, con tracks como “La Señal” o “La Gran Imagen”. Uno de los álbumes del año, no sólo por los recuerdos que para muchos evoca este retorno, sino que también por todo lo abierto que deja el panorama para una banda cuyo futuro se avizora más que prodigioso.

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