Muchas veces se habla de sexo, pero pocas veces se defiende el erotismo sincero y sencillo de la monogamia: el fotógrafo Rik Garrett lo aborda en su serie ‘Solve et Coagula’.
Las películas nos muestran escenas veloces de sexo colorido. Las novelas nos hablan de encuentros en oficinas, en cuartos de baño, en hoteles donde a menudo puede olerse el atractivo tufo de la infidelidad. Y la fotografía nos entrega destellos de calor, fragmentos de miembros sudorosos comprometidos con el retrato de una sexualidad desbocada, juvenil e incluso perturbada.
Pocas veces el arte quiere tratar la idea de la monogamia, sin embargo. Como si la sola idea de representar el largo y continuado amor de las parejas ya resultara aburrida, o no tuviera la emoción que ciertas escenas de ficción requieren para resultar atractivas al público general. Cuando hablamos de amor, lo hacemos desde los altibajos, y (casi) nunca desde la estabilidad. Por esa razón, trabajos como el del fotógrafo Rik Garrett se tornan tan especiales y dan una visión de la pasión un tanto inusual.
Cuerpos que se funden porque se conocen pliegue a pliegue, vello a vello y lunar a lunar. Carnes que se entremezclan, como si un hilo de emociones compartidas las hubiera cosido de por vida. Amasijos de huesos y de cariño que chocan en una melodía que los protagonistas de estas fotografías conocen de memoria.
Un conjunto tierno, a la vez que reivindicativo, a través del cual accedemos de una vez por todas a esa intimidad bellísima de la que siempre nos habíamos olvidado.
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