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viernes, 5 de junio de 2015

Stonemilker,Bjork en 360º



La cantante y compositora islandesa Bjork presentó un revolucionario video en 360° que corresponde a la canción Stonemilker, de su último album Vulnicura.

Björk se vale de propiedades similares a las del Street View de Google, de modo tal que el espectador puede elegir qué ángulo del video ver.

El video fue grabado en escenarios de Islandia, y cuenta con la dirección de Andrew Huang.

Aunque el video fue publicado en YouTube en el día de hoy, el clip se podía ver en la muestra sobre la artista puesta en el MoMa.


Delirios y miserias del primer 'indie' español


Ambiciones, autocomplacencias, rencillas e impagos: o por qué lo ‘indie’ parecía tanto y se quedó en tan poco




Enero de 1993. La madrileña sala Siroco acoge la última parada de la gira Noise Pop, una tournée que reúne a cuatro de las nuevas bandas que desde cierto tipo de medios comienzan a ser encumbradas como alternativa al anquilosado y caduco panorama musical patrio.

La sala huele a excitación. Varios cientos de personas abrazan con curiosidad y euforia el nuevo ruido de aquellos jovencísimos grupos. Su música es un caldo de guitarras distorsionadas, melodías poco claras, estridencias, disonancias...

Definitivamente, aquello parecía algo distinto. ¿Pero distinto en comparación con qué


Para muchos, aquella gira fue el gran momento fundacional de la escena 'indie' española. Una escena marcada por la dispersión geográfica, por la anglofilia y el amateurismo. Una escena que con el tiempo acabó dando lugar a una"burbuja" cuyos efectos duran hasta nuestros días.

" Los medios fuimos culpables de sobredimensionar aquella escena. Esa es la parte de culpa que yo veo: el hacer creer a quienes leían estas revistas que aquellos grupos eran realmente importantes y realmente valiosos. Porque no era así. Porque socialmente eran grupos que no llamaban la atención. Sólo interesaban a unos cuantos. Y aún así nos empeñamos en intentar convencer al país de que lo mejor que se estaba haciendo era esto del indie".

Son palabras del periodista barcelonés Nando Cruz. Él mismo tomó parte durante años en ese ensalzamiento acrítico de (casi) todo lo que oliera a 'indie' desde revistas como Rockdelux. Ahora, más de 20 años después de aquella cita seminal con la gira Noise Pop, Cruz ha asumido el reto de encastrar la historia oral del 'indie' en España a partir de los testimonios de sus principales protagonistas.

El resultado es Pequeño circo, un meritorio libro de casi mil páginas que acaba de ver la luz a través de la Editorial Contra y en el que se ofrece un retrato crítico de una escena que nació lastrada por la autocomplacencia y que no tardó en reproducir muchos de los males contra los que supuestamente se revelaba.

"A mí me encargaron una historia oral del 'indie', explicar cómo surgió aquello a través de la palabra de los propios grupos", nos cuenta el autor. "Pero tambiénquería incluir una parte de reflexión. Que la gente, veinte años después, opinase sobre qué valor cree que tuvo aquello. Valor no sólo estético, sino también político, social... Yo quería reconstruirlo, y luego cuestionarlo. De ahí la extensión".

Nuevas sensaciones (no tan nuevas)


"Recuerdo ir a ver el concierto de la gira Noise Pop en la sala Garatge y tener la sensación de que aquello era diferente. Que era muy cercano a mí. Que me parecía a ellos. Cambió la sensación. Hasta entonces yo había escuchado música de unos grupos que veía muy distantes, y en aquel momento empecé a notar que los grupos eran mucho más próximos a mí".

Cruz alude a una sensación compartida por muchos de los que empezamos a frecuentar aquella escena incipiente en los primeros años 90. Esa sensación de conexión, de cercanía, que iba más allá de lo físico.

Porque ver a aquellas bandas jóvenes te hacía sentir que podías formar parte de aquello, que podías ser uno de ellos. Sólo había que dar el paso. Y el paso parecía sencillo de dar.

La escena 'indie' fue incapaz de proponer dinámicas alternativas. "Al final nada cambió. Sólo el decorado"

En cierto modo, en la explosión 'indie' de principios de los 90 muchos tuvimos nuestro punk. Nuestro 'puedes hacerlo tú mismo'.

De la noche a la mañana empezaron a surgir grupos en todos los rincones de España. Grupos que rechazaban la tradición del pop-rock español para emular sin rubor a sus ídolos foráneos. En paralelo empezaron a nacer nuevos sellos independientes deseosos de dar luz a todo aquello. También fanzines legendarios, revistas, programas de radio, festivales...

Piezas de un movimiento que "avanzaba entre el entusiasmo y el precariado, el hedonismo y el arribismo", en palabras de Cruz.


Con el tiempo fueron llegando los primeros éxitos (el Chup Chup de Australian Blonde, el fichaje de Los Planetas por RCA, etc.) y las primeras grietas. Llegó el dinero de las multis y llegaron las marcas. Llegaron las microescenas, las envidias y las desavenencias.

Con ayuda de los medios, se generó la falsa ilusión del 'indie' como fuerza cultural dominante. Y en ese mismo proceso la etiqueta acabó perdiendo todo su significado.

El 'indie' dejó de ser lo que era para convertirse en otra cosa.

Para algunos, poco más que la banda sonora joven y cool del neoliberalismo.

Los festivales de ahora son como una versión reconcentrada de lo peor de la sociedad capitalista

De la pasión al negocio

La crónica de Pequeño circo se estructura en dos partes bien diferenciadas. La primera recorre la geografía española para rememorar el germen de los principales viveros del indie patrio. La segunda abandona el guión geográfico para entrar en ese tiempo en el que empieza a vislumbrarse en la escena la conciencia de ser, o querer ser, una pequeña industria musical capaz de generar dinero.

Esa 'industria indie' que, con el tiempo, fue reproduciendo muchos de los vicios de aquello que odiaba.


"Hay un momento en el libro en el que alguien afirma que el 'indie' nació siendo la negación de La Movida y acabó recogiendo todos los males de aquella Movida", comenta Nando. "En realidad yo creo que se repite la misma historia que en los 80".

O sea, el paso de la verdadera independencia de los primeros Aviador Dro, Discos Radioactivos Organizados o Tres Cipreses, al momento en el que esas estructuras crecen hasta convertirse en una fuerza relevante en el mercado, entra el dinero de los ayuntamientos y llega el desmadre de los cachés inflados.

"El 'indie' empezó prácticamente de la misma manera, con grupos que tocaban para 30 personas, que se cruzaban el país para cobrar 15.000 pesetas a repartir entre 4, y en determinado momento empezó a entrar dinero a mansalva. Por un lado, porque hubo una multinacional que empezó a ofrecer adelantos a nivel editorial. Por otro, porque muchos grupos ficharon por RCA. Y luego, porqueentran a saco las marcas. Entran las marcas porque ven que hay un público con un poder adquisitivo destacable y hay que venderle todo lo que se pueda".


Nando sostiene que la escena 'indie' fue incapaz de proponer dinámicas alternativas. "Al final nada cambió. Sólo el decorado".

Donde antes estaban los ayuntamientos, ahora están las marcas inyectando dinero en un entramado empresarial de estructura piramidal en cuya cúspide están los festivales.

"Los festivales de música, en su inmensa mayoría, y sobre todo los más grandes, son todo lo contrario de lo que debería ser un festival de músicas que se pretenden independientes o alternativas", opina el autor.

"Para mí, los festivales de ahora son como una versión reconcentrada de lo peor de la sociedad capitalista. En un festival ves cuarenta logotipos de marcas antes de llegar a ver al primer grupo. Me parece que fomentan el consumismo y el hedonismo ciego hasta niveles extremos. Y no estoy en contra del hedonismo, pero yo entro en un festival y me siento más agobiado por la presión comercial que en la calle".


No creo que la industria independiente en España se plantease en ningún momento romper con los vicios o los malos hábitos que había consagrado la industria multinacional

Malas prácticas

En Pequeño circo hay lugar para las anécdotas felices, para las confesiones íntimas, y también para los trapos sucios. A lo largo de la narración se suceden las referencias a pufos económicos, impagos, cartas de libertad millonarias, desfalcos, chantajes...


Son varios los grupos que se quejan de no haber visto royalties. La queja resultó tan recurrente que Cruz estuvo a punto de titular el libro Por favor, págame, en un guiño al clásico Por favor, mátame, el libro de Legs McNeil y Gilliam McCain sobre el punk norteamericano de los 70.

"Sobre este asunto hay dos visiones y creo que las dos son complementarias", aclara el autor. "Una, que muchos sellos, antes de pagar royalties a un grupo, efectivamente preferían destinar ese dinero a sacar otro disco. Y otra, queaquella visión acrítica que ejercíamos desde la prensa hacía que muchos grupos pensaran que estaban vendiendo mucho más de lo que realmente vendían. Al no poder acceder a las cifras, todo el mundo desconfía".

Fueran sospechas ciertas o infundadas, lo cierto es que la honestidad no queda reflejada en el libro como un valor al alza entre ciertos empresarios 'indies'. Y las críticas no sólo llegan desde los grupos. Manuel Torresano, uno de los capos del sello Siesta, afirma haber visto más comportamientos repugnantes en la escena 'indie' que en el ámbito de las multinacionales.

Nando tampoco cree que existiera una ética especial en la industria musical independiente de aquella época.

"Gran diferencia no hubo. Entre otras cosas porque cuando empezaban a firmar contratos con los grupos, eran contratos que habían conseguido de alguna multi, de los que igual quitaban unas cuantas cláusulas y los pasaban como si fueran suyos. Eran contratos literales, como los de las multinacionales. Yo no creo que la industria independiente en España, en aquella época, se plantease en ningún momento romper con los vicios o los malos hábitos que había consagrado la industria multinacional respecto al trato con los artistas. La manera de funcionar fue la de las multis a escala pequeña".

Los medios fuimos culpables de sobredimensionar aquella escena


Midiendo (de)méritos veinte años después

Más allá del esfuerzo de reconstruir la historia de su despegue durante los años 90, el valor de Pequeño circo está en su intento de arrojar luz sobre las zonas oscuras que aún esconde el análisis de nuestro 'indie' como fenómeno sociocultural.

A eso se dedica la última parte del libro, en la que se lanzan al aire una serie de preguntas con las que se busca reevaluar la significancia de todo aquello.

¿Fue el 'indie' un movimiento rupturista o sólo un viraje estético? ¿Fue una música hecha por y para la clase media? ¿Tuvo algo de contracultural? ¿Fue el principio de algo? ¿Cuál fue su verdadero calado social?

Las respuestas oscilan entre un J (Los Planetas) que ve aquello como un precedente de la protesta social del 15M, entre quien considera que el 'indie' tiene un componente antisistema en tanto que cuestiona la cadena de valor asociada a la fama, el dinero y el éxito, y las voces que lo despachan como expresión de esnobismo, que tildan su mensaje —o su falta de mensaje— como autocelebratorio y vacío, que hablan de "secta grande", de elitismo cultural mal entendido, de reacción contemplativa, de desconexión con la realidad social... Reflexiones todas ellas interesantes que merecen ser leídas de forma a su vez crítica.

Nosotros nos quedamos con una aportación de Abel Hernandez (Migala, El Hijo), cuando alude a la visión de Jacques Attali según la cual la música es siempre profética.

"No es que (la música de una determinada época) prefigure la música que va a venir, sino el momento histórico que va a venir. Y la música independiente de los 90 explicó muchas cosas de la España que iba a venir. Si la prefigura o, en realidad, contribuye a crearla, depende de la lectura que hagas".



¿Independientes, o demasiado pendientes de ser 'indies'?

La Muerte Chic de Andy Warhol


La "muerte chic": Warhol, Burroughs y los poemas del desastre

Illegal Pop #4




Entre 1962 y 1965, Andy Warhol mantenía contacto con varios poetas de la escena literaria de Nueva York. Todo el país se preparaba para vivir una oleada de cambios: los derechos civiles, las revueltas raciales, la transición entre los antiguos beatniks a los primeros hippies. Nueva York era una ciudad encantada. Fue allí, en medio de aquella agitación, donde Warhol seleccionó y mutiló decenas de recortes de prensa que hablaban de atentados, suicidios y crímenes atroces. La selección también incluía accidentes de aviones o funerales de mafiosos, algo que ya había hecho William Burroughs desde su atalaya en el «Hotel beat» de Gît- le-Coeur, en París, y continuaría haciendo mucho tiempo después. Desde 1959, cuando puso en funcionamiento la técnica del ensamblaje que le enseñó su amigo Brion Gysin, había coleccionado cientos de noticias publicadas en periódicos. Su habitación parecía la de un filósofo medieval o un alquimista. Ciertos accidentes y crímenes le sugerían extrañas conexiones: algunos números unían un hecho con el otro y los nombres, movidos por hilos invisibles, viajaban de un texto a otro. Para él, aquellos recortes y fotografías, contemplados con atención, podían encerrar un lenguaje secreto, sincronicidades y conexiones que solo él parecía poder entender. De alguna forma, ese pasado del que hablaba la noticia podía decir algo del presente y de los códigos que regían la realidad. Trabajaba con la ansiedad de un profeta en agotadoras jornadas de trabajo que llamó «rutinas».

Era un descodificador, un Sacerdote Negro, un chamán de la palabra.

Warhol hizo algo parecido. Conocía el trabajo de Burroughs y Gysin, y comenzó a pensar en convertir la muerte en arte (algo antagónico, al menos a priori: hacer del desastre algo bello) con la realización de sus famosos retratos en serie. El más famoso, y uno de los primeros, fue el que realizó de Marilyn Monroe tras su suicidio en 1962. La repetición de fotografías, que volvería a utilizar una y otra vez, previamente descontextualizadas y manipuladas, funcionaba como un acto mágico, una invocación para un objetivo indeterminado.





No era nada nuevo. El tema del suicidio en el interior de la cultura popular podía rastrearse décadas atrás, cuando los dadaístas franceses publicaron textos y poemas donde la muerte era tratada como un diálogo, un acertijo, un espejo reflectante. El resultado era desconcertante. La muerte era desacralizada, como la fascinación por los suicidas de Jacques Rigaut, que publicó en 1920 un ensayo bajo el título El suicidio debe ser una vocación. Rigaut, como sabemos, acabo suicidándose. Sus sucesores los surrealistas continuaron aquella tradición; durante años reflexionaron, escribieron, hicieron encuestas y pintaron todo lo que el suicidio podía o no decir, o lo que intuían que escondía. Sin embargo, lo repitieron una y otra vez: el suicidio no era una «solución», lo mismo que le confesó Burroughs a un sorprendido Ian Curtis, cantante de Joy Division, cuando a finales de 1979 ambos se encontraron en Bruselas y el escritor fue interrogado por este acerca del «suicidio». Lo que sucedió fue uno de sus momentos extraños e hilarantes que, cada cierto tiempo, nos brinda el pop o lo mejor del arte. En realidad, Curtis le preguntó a Burroughs si le gustaban Suicide, la banda de rock experimental, a lo que este respondió de forma tajante: «No, de ninguna manera».

Junto al poeta Gerard Malanga, entre 1964 y 1965, Warhol publicó Death and disasters thermofaxes, una colección de obras en las que utilizaba el tipo de collage e imagen que luego sería célebre en otras obras suyas como Gangster funeral (1963) o Electric chair (1971). Burroughs y Warhol parecían estar conectados psíquicamente. Tornado dead: 223 (1965), el célebre collage obra de Burroughs y Gysin, era muy similar a la obra de Warhol 129 Die in jet (1962). La obra fue creada a partir de recortes que Warhol tomó de la edición del Daily Mirror del 4 de junio de 1962 que narraba la tragedia aérea que había acabado con la muerte de sus 129 pasajeros. América era una tragedia, carne de su carne. A aquellas series Warhol las llamó «Death in América».





Los trabajos se realizaban gracias a una máquina thermofax casera, predecesora de la posterior fotocopiadora, donde las originales literalmente se «quemaban» sobre la copia y el proceso solía ser muy lento y manual. Aquella precaria máquina fue la causante de la proliferación de pequeñas tiradas de revistas y fanzines (antes de que la palabra existiese) en el mundo del arte y la poesía. El dúo Malanga / Warhol funcionaba como un engranaje extraordinario. Malanga ponía los textos y Warhol, por su parte, las imágenes y collages.

Había nacido la «muerte chic».

Gracias a Malanga se popularizó la expresión «chic death», que el poeta utilizó en varias ocasiones. Incluso afirmó que trabajaba en una revista llamada Chic death, que jamás llegó a publicarse, aunque sí fue el título de un libro suyo que recogía poemas como «Some suicides» y otros más. En 1964, un cartel de un acto suyo rezaba: «The new realism, yeah, yeah, fashion and disasters series». La expresión «nuevo realismo» estaba siendo utilizada por algunos poetas de la escena americana y francesa como John Ashbery, que entonces vivía en París, pero los desastres y la «muerte chic» eran suyos y de su colega Warhol. La muerte había encontrado su hueco en el interior del pop y Malanga, durante una entrevista, confesó que sus planes eran «combinar la muerte con la moda, usando a modelos que posen frente a coches destrozados».





En la muerte convertida en «chic» de Warhol y también de Burroughs hay algo que no se dice pero que resulta evidente: habla de la irrupción del espectáculo y la influencia de la televisión y los medios de comunicación en aquellos primeros sesenta. Las obras de Warhol —repetitivas, seriales, anodinas— se centraban precisamente en esa repetición y el hastío de ver la muerte a diario. Presenciaban algo sagrado de forma banal. Todas esas obras eran alegorías a la saturación de noticias en torno a accidentes de tráfico o al hecho de que los jóvenes se echaban a las carreteras en vehículos que llevaban al máximo. Eran cantos a la modernidad. «Mi preferida era la fotografía de un accidente aéreo que vi en la portada de un periódico y que decía "129 muertos" —confesó a la revista ARTNews—. Entonces pintaba las Marylins. Llegué a la conclusión de que todo lo que estaba haciendo trataba de la muerte. Era navidad o el Labor Day, no lo recuerdo, en cualquier caso eran vacaciones, y cada vez que encendía la radio el locutor decía "Cuatro millones van a morir". Así es como empezó aquello».

La idea fue un completo éxito comercial. También la muerte tenía un precio: 300 dólares si la obra venía firmada por ambos y 200 si tan sólo figuraba la firma de Malanga.




martes, 27 de enero de 2015

VULNICURA la nueva herida de BJÖRK



Hemos visto tantas Björk distintas a lo largo de su carrera que resulta hasta incómodo tener que reconciliarnos con ella en esta nueva tesitura, teniendo presente que la historia de Vulnicura está escrita a partir de lágrimas, desesperación y dudas. La islandesa, después de más de una década compartiendo su vida con el artista Matthew Barney, está de luto asimilando qué ha ocurrido para que su relación haya visto punto y final. Y más cuando los daños colaterales de su fracasada historia de amor también han salpicado a sus dos hijos, quienes han sido testigos de todo el proceso de deterioro y vulnerabilidad anímica que su madre ha sufrido hasta llegar al que probablemente sea su peor momento emocional en décadas.


Ante una ruptura amorosa de este calibre, Björk ha decidido compartir su dolor con el mundo, hacernos participes de la degradación de sus sentimientos a partir de un álbum de ruptura que se vale de las torch songs y el psicoanálisis musical con el objetivo de cicatrizar las heridas de una guerra que no tiene vencedores ni vencidos. En definitiva, Vulnicura viene a ser lo opuesto a aquel Vespertine que, precisamente, funcionaba como una oda a su enamoramiento de Barney.

Aquí no hay rastro alguno de épica ni grandilocuencia, pese a valerse debellos arreglos de cuerda (los únicos paralelismos sonoros herederos tanto de Vespertine como de su siempre a reivindicar Homogenic) que se abrazan con la quirúrgicamente gélida electrónica del joven Arca. Lo que prevalece por encima de todo en este trabajo son unas letras sentidas, sinceras y sin florituras donde las metáforas rebuscadas no ocupan lugar. Björk consigue de este modo certeramente empatizar con todos y cada uno de nosotros desnudando su alma como pocos artistas han hecho hasta la fecha, relatándonos sin tapujos unos fantasmas a los que todos somos vulnerables en algún momento de nuestra vida. El desamor es algo universal y siempre doloroso, independientemente de quién lo protagonice.


Las canciones hablan sin medias tintas de incertidumbres (de la que nos hace participes la preciosa Stonemilker, donde nuestra protagonista pide respeto y reclama explicaciones a Barney); el autoengaño ( Lionsong y esas esperanzas que aún deposita en vano para que todo vuelva a ser como antes); la lenta putrefacción de los sentimientos (resulta brillante cómo desarrolla el tema en esa History Of Touches, donde pasa lista a todo lo que fueron y nunca más volverán a ser); la rabia de la traición (ahí está esehighlight titulado Black Lake que funciona como una pequeña aria operística y aprovecha para decirnos que le han vaciado el corazón); la destrucción del pilar familiar (en Family, coproducida por The Haxan Cloak, ella se mantiene firme en la idea de salir a flote por sus dos hijos); la compasión (con la ayuda de Antony Hegarty en Atom Dance) y, por último, la esperanza por seguir adelante e intentar pasar página (ese cierre en clave drum'n'bass deQuiksand). Vamos, la vida misma.

Vulnicura duele al escucharlo. Tanto, que cualquiera que se enfrente a él tiene que hacer de tripas corazón y mentalizarse de que durante una hora Björk, como si fuese una de nuestras mejores amigas, nos va a contar entre sollozos cómo su rutinario día a día ha dado un giro de ciento ochenta grados. Duro, áspero como cualquier desamor y sincero como pocos. Como es lógico, en este disco no hay licencias para el baile ni para estructuras pop convencionales: eso volverá a manifestarse cuando lo vea conveniente. Pero, por lo pronto, ella se ha humanizado como nunca y se ha ganado con creces que la abracemos y la consolemos en estos malos momentos que está sufriendo a nivel personal.

"EDEN" La Nueva Película de DAFT PUNK


La biopic de Daft Punk se llama “Edén” y será estrenada en el Festival Sundance.

Escrita por el DJ Sven Love, co-fundador del dúo, y dirigida por Mia Hansen Løve; la cinta muestra el surgimiento de la música electrónica en Francia durante los años ’90, lo que ha sido llamado como el “French Touch”.

En ella se puede seguir la vida de los DJs, las fiestas caseras y en clubes que construyeton toda esta escena underground que evolucionó hasta los 2000 y se esparció también a otros países.

En el trailer no sólo se pueden ver a quienes representan a Guy-Manuel de Homem-Christo y a Thomas Bangalter, si no también a los reales. Los Djs a demás de participar haciendo un cameo, autorizaron el uso de tres de sus canciones para el soundtrack.



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La Obsesión Infinita de YAYOI KUSAMA en CHILE



Yayoi Kusama es una de las artistas visuales más importantes de Japón. Precursora delpop art, el minimalismo y el arte feminista, hasta Andy Warhol puede que se haya inspirado en esta artista con más de 60 años de trayectoria.

A Chile llega con la retrospectiva Obsesión Infinita, que tendrá desde el 7 de marzo y hasta el 7 de junio más de 100 obras -entre papeles, pinturas, esculturas, videos, presentaciones con diapositivas y espectaculares instalaciones-, todas con unaintensidad alucinógena que refleja la particular mirada del mundo de esta artista japonesa.




Curada por Philip Larratt-Smith y Frances Morris, y tras una larga itinerancia por Argentina, Brasil y México, llega la colección que reúne trabajos creados entre 1950 y 2013.

El mundo surrealista, la repetición y sus cuestionamientos con el espacio infinito son temas recurrentes en Kusama que se podrán experimentar en vivo y en directo en esta exposición.

De hecho, estará presente la famosa instalación Infinity Mirror Room, que busca invitar a los espectadores a dejar en suspenso su propia percepción.



Sala de espejos del infinito – Plena del brillo de la vida (Malba, 2011)
Información:

- 7 de marzo al 7 de junio de 2015

- Centro de las Artes 660

martes, 13 de enero de 2015

Juventud, Vomito y Tesoros por Elodie Bambi Tann


Las instantáneas más crudas de los mejores años de tu vida

Juventud, vomitivo tesoro




Fiestas clandestinas, allanamientos de morada, drogas compartidas, sexo revuelto. Para algunos, la bruma de los años más locos de la juventud se aleja. Otros están perdidos ahí dentro ahora mismo, hay quienes han vuelto a entrar de un salto en la nube cuando nadie (ni ellos mismos) lo esperaban.

La fotógrafa Elodie Bambi Tann ha recorrido la vida nocturna de ciudades como Londres, Berlín, Ruan y París. Pero no ha fotografiado discotecas, ni calles repletas de bares, ni macrofiestas. Tann es especialista en colarse en las juergas espontáneas, escondidas pero públicas, que muchos jóvenes organizan al margen de los circuitos habituales y de pago del ocio urbano.


El resultado son una colección seductora de fotografías brutales, crudas, en ocasiones repulsivas. El uso del flash impregna cada una de estas escenas de inmediatez, y podemos sentir un poco de la locura que se vivía en el momento en que Tann pulsó el obturador.

Buena parte de los protagonistas son amigos de la fotógrafa, por eso su mirada es tan sincera y real. Pero en estas fiestas no todo son risas y alegría desbocada. Hay peleas, llantos y soledad. Los sentimientos explotan, porque lo que se celebra es la libertad. 


























Una noche, todo se descontrola y toma velocidad. Aquella fiesta no volverá a repetirse: era la libertad.

Confort Food por Jackie Dives


Confort food: lo que comemos ligeros de ropa y cuando no mira nadie

Así son los menús desnudos que retrata la fotógrafa Jackie Dives

Guarradas, meriendacenas, antojos. Hay quienes tienen una dieta estricta y quienes improvisan, pero todos tenemos productos en la nevera que, solos o combinados de forma explosiva, ahuyentan el hambre, nos dan bienestaro nos relajan.

La fotógrafa afincada de Vancouver Jackie Dives decidió empezar a retratar a amigos desnudos devorando sus snacks inventados o en pleno momento goloso. La serie de imágenes, titulada Confort Food, explora la felicidad que la comida puede darnos si la combinamos con una total deshinibición, es decir, si extirpamos de ella la culpabilidad.

En la actualidad nos vemos bombardeados por mensajes sobrealimentación estricta o "foodporn", como si la gastronomía pivotase solamente entre dos polos: o dietas o atracones calóricos de apariencia libidinosa. Conviene recordar que la comida es, sencillamente, un placer y una forma de amarnos.

Dives nos muestra los menús confidenciales de sus amigos y nos invita a reflexionar sobre inseguridades estéticas y alimenticias. Sobre todo, se encarga de hacer desaparecer la cortina íntima de la culpabilidad y la vergüenza.

1. Mantequilla de cacahuete y plátano.





2. Pastel de zanahoria de cumpleaños.


3. Fideos.


4. Café.


5. Donuts.


6. Hamburguesa con queso.


7. Patatas sabor jalapeño y leche.


8. Yogur, arándanos y azúcar moreno.


9. Pollo asado.


10. Doritos.



Ni dietas ni foodporn. Comer es, sencillamente, una forma de amarse.

Grandes momentos del arte revividos por Playmobil



Un viaje en el tiempo a través de estos muñecos


¿Cómo serían algunos de los cuadros más conocidos de la Historia del Arte si estos hubieran estado protagonizados por muñecos de Playmobil? El artista francés Pierre-Adrien Sollier ha respondido a esta pregunta con una curiosísima serie de ilustraciones.
Desde el detallismo de las tentaciones de San Antonio, el famoso tríptico del Bosco, hasta el neoexpresionismo pop de Jean-Michel Basquiat, Playmobil manda. Las Meninas en Playmobil, un Playmobil-Dalí y hasta una última cena en la que nos preguntamos cómo cogerían Jesús y sus discípulos los alimentos con esas manos abiertas tan poco prensiles características de estos muñecos.
Pero eso no es todo, si eres fanático de Playmobil tienes que echar también un ojo a los retratos de su web. Por allí desfilan Karl Lagerfeld, Superwoman, Elvis, Haruki Murakami o el lobo de Wall Street en esta peculiar versión. El trabajo de Sollier es algo que la cultura pop estaba pidiendo a gritos. El siguiente paso, ¿un fichaje por la marca para comercializar las ideas del francés en versión juguete?