Los seres fantásticos del ilustrador madrileño Bakea no se parecen en nada a los temibles monstruos que habitaban nuestras pesadillas infantiles.

Empezando por el Minotauro, Quimera, Escila y Caribdis, las gorgonas y Leviatán, y siguiendo con Godzilla, los Nazgûl, Nessie y hasta King Kong, cualquiera podría pensar que el cupo de monstruos que ha dado de sí el imaginario colectivo a lo largo de la historia es más que suficiente.
Y sin embargo, hay quien opina que necesitamos más.
El ilustrador madrileño Juan Carlos Paz, Bakea, se empeñó hace unos años en emprender un viaje por los parajes más inhóspitos de su subconsciente. Y agarrando fuerte un mapa en el que está representado todo aquello que habita en su cabeza, inició el viaje. De aquella aventura surgió una hasta ahora desconocida raza de monstruos pop, de pelajes acariciables y colores suaves, que se han convertido en su seña de identidad y en la clave de su éxito.
A través de sus ilustraciones, nos adentramos en un mundo de amigables seres fantásticos, con atributos temibles (cuernos, ojos y orejas múltiples, interminables hileras de dientes pequeños y afilados), que sin embargo apetece espachurrar.
Son monstruos, pero no dan miedo. Pintan tiernos, dóciles, asustadizos y hasta un poco tontorrones. Y hacen cosas locas como comerse todas las nubes del cielo o defecar un torrente de plastilinas de colores.
Bienvenido a Bakelanasland.















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