
La bandeja del correo electrónico de Ariana Page Russell arde desde que hace unos años decidiera mostrar al mundo su curiosísima concepción de la enfermedad y de la belleza. Su imaginario dio la vuelta al globo y pasó a formar parte no sólo de la historia del arte, sino también de los pesados libros de dermatología.
Con cariño y cuidado, lo que Ariana logró fue convertir una extraña enfermedad de la piel en un verdadero proyecto estético: jugar con las formas raras, con la piel muerta, con las cicatrices y con todas las arrugas para dar forma a los cuerpos de la manera más bella. Desde entonces, la artista ha recibido cientos de mensajes de dolientes de todo el planeta. Mensajes de agradecimiento o incluso propuestas en las que los enfermos le prometen su cuerpo para que lo modifique como ella quiera.
Aparentemente inofensivas, las enfermedades de la piel son dolorosas para quien las sufre, no ya por el picor o por el dolor propio, sino por la imagen que les hace proyectar. Vergüenza, fealdad, timidez, depresión. Ariana derriba los prejuicios propios y convierte la anomalía en deslumbrante originalidad.
Una vez más, la creatividad nos salva.
Una vez más, el arte es la más potente de las medicinas.
Con cariño y cuidado, lo que Ariana logró fue convertir una extraña enfermedad de la piel en un verdadero proyecto estético: jugar con las formas raras, con la piel muerta, con las cicatrices y con todas las arrugas para dar forma a los cuerpos de la manera más bella. Desde entonces, la artista ha recibido cientos de mensajes de dolientes de todo el planeta. Mensajes de agradecimiento o incluso propuestas en las que los enfermos le prometen su cuerpo para que lo modifique como ella quiera.
Aparentemente inofensivas, las enfermedades de la piel son dolorosas para quien las sufre, no ya por el picor o por el dolor propio, sino por la imagen que les hace proyectar. Vergüenza, fealdad, timidez, depresión. Ariana derriba los prejuicios propios y convierte la anomalía en deslumbrante originalidad.
Una vez más, la creatividad nos salva.
Una vez más, el arte es la más potente de las medicinas.









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